Es cierto que algunos gatos y perros no serán buenos compañeros de casa, ya que son dos animales diferentes con personalidades distintas que no necesariamente se mezclarán. Sin embargo, bajo las condiciones adecuadas, muchos gatos y perros pueden vivir juntos en perfecta armonía.
Presentación adecuada
La mayoría de los gatos pueden convivir felizmente con un perro si se les da tiempo para conocerse cómodamente. Si un cachorro y un gatito son criados juntos, generalmente aprenderán de inmediato a tolerarse mutuamente, e incluso algunos gatos y perros llegan a ser amigos de verdad, jugando y durmiendo juntos. Sin embargo, si un perro ya es un miembro establecido de la familia y se va a unir un nuevo gato o gatito, se deben tomar ciertas precauciones.
Primer encuentro
Cuando presentes por primera vez a un gato y un perro, asegúrate de que el gato esté a la altura de los ojos del perro. También debes mantener un firme control sobre ambos animales, lo que les proporcionará una sensación de seguridad. Si alguno de los animales parece agresivo o asustado, retira inmediatamente al gato y vuelve a intentarlo más tarde. No querrás forzar la situación y empeorar las cosas. Si dedicas unos minutos varias veces al día para darles a los dos tiempo juntos supervisado cuidadosamente, pronto los verás más relajados el uno alrededor del otro.
Nunca dejarlos solos
Nunca dejes a un gato y un perro solos juntos hasta que estés seguro de que se sienten cómodos el uno con el otro. Si te alejas mientras aún se están observando, podrías arrepentirte cuando regreses. El gato o el perro podrían ser arañados o mordidos o sufrir alguna otra lesión. Incluso si no hay heridas visibles, una interacción no supervisada como esa podría traumatizar a un animal de tal manera que permanezca aterrorizado de otros animales por el resto de su vida.
Consideraciones para los gatos
Incluso si un gato no se opone a todos los perros y no le importa ver a uno de vez en cuando desde lejos, puede tener un disgusto particular por un perro específico que vive en su hogar. De manera similar, muchas personas podrían convivir felizmente con cualquier compañero de cuarto... excepto una persona en particular que los vuelva locos. Algunos gatos son de la misma manera. Este puede ser el caso si has dedicado mucho tiempo y paciencia para tratar de que un gato y un perro se sientan cómodos el uno con el otro, pero los arañazos y los bufidos no disminuyen.
Si estás listo para que un nuevo gatito o gato se una a tu familia, ayuda a tu perro a acostumbrarse a la idea. Bajo condiciones estrictamente supervisadas, permite que el gato y el perro se huelan y se inspeccionen mutuamente todo lo que quieran. Sin embargo, si parecen ser incapaces de llevarse bien, es posible que debas reevaluar tu situación con las mascotas.
Tener en cuenta el grado de aceptación que suelen tener los gatos con los perros (y viceversa). Sin embargo, es posible que al principio no haya una buena tolerancia, pero que progresivamente se vaya estableciendo un vínculo entre ellos. Para comprobarlo, puedes llevar a tu gato a conocer algún perro que esté acostumbrado a convivir con felinos, o viceversa, y observar su comportamiento. Hazlo de forma controlada y segura para evitar sobresaltos.
Presentación progresiva (habituación)
Uno de los puntos clave en cómo hacer que un gato acepte a un perro es que la adaptación debe ser un proceso gradual. Deja que se conozcan y se acostumbren el uno al otro con calma, en un ambiente lo más controlado posible y sin ejercer presión.
Si el nuevo miembro de la casa es un gato, ten en cuenta que todo es nuevo para él: el espacio, el ambiente e incluso tú. Cuando lleguen a casa, lo ideal es ubicar su transportín en una habitación pequeña. En ella, coloca todo lo que necesita, como comedero, bebedero, caja de arena, un lugar donde esconderse y su cama. Ábrele la puerta del transportín y deja que salga cuando quiera, que explore y se acostumbre a ese pequeño lugar y a tu presencia poco a poco. Ten paciencia, este proceso puede durar varios días.
Amplía su zona de confort: deja que salga de la habitación y vaya interactuando poco a poco con el resto del territorio y con el perro. Y no olvides que siempre debe tener un sitio al que escapar para resguardarse si se siente amenazado.
Reubica sus pertenencias por la casa: puedes poner su caja de arena, bebedero y comedero en lugares o a alturas inaccesibles para el perro, así podrá satisfacer sus necesidades con menos estrés. Para su equilibrio físico y psíquico, también es conveniente que enriquezcas el ambiente con rascadores y juguetes.
Si el nuevo miembro de la familia es un perro, tu gato puede sentirse amenazado y mostrar comportamiento territorial. En ese caso, será útil que, al principio, mantengas al perro lo más tranquilo posible y sujeto con su correa. Te aconsejamos darle un paseo largo antes de hacer las presentaciones. También puede ser útil que el perro comience quedándose en una zona restringida, que puedes delimitar con una barrera. Así, tu gato será el único con acceso a todo el territorio y podrá decidir a qué ritmo se acerca.
Amplía su zona restringida a medida que observes que el comportamiento de ambos es positivo. Comienza con sesiones de contacto breves e incrementa gradualmente su duración, siempre bajo supervisión y usando la correa por seguridad.
Ofrece distracciones a tu perro, como juguetes, comida y caricias, para que tenga otras cosas en las que enfocarse aparte del gato.
Mantén la calma en todo momento. Utiliza un tono de voz tranquilo y ofrece refuerzos positivos, como caricias y premios, a ambos cada vez que se acerquen y muestren aceptación.
La paciencia es fundamental en todos los procesos de adaptación. No fuerces las interacciones entre ellos, deja que sigan su ritmo y se conozcan de forma tranquila. Como ayuda adicional, el uso de feromonas sintéticas apaciguantes puede ser útil.
Supervisa cada interacción entre ellos hasta que la tolerancia sea evidente y el contacto sea seguro. Enseñar a tu perro algunas órdenes básicas de obediencia puede ayudarte a mantener la situación bajo control.
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