Tráfico de fauna: un juego peligroso

El tráfico de fauna es una problemática que está causando estragos en la biodiversidad de nuestro planeta. En Argentina, este delito ha afectado a 135 especies silvestres, siendo la demanda de animales como mascotas la principal causa que impulsa este comercio ilegal.

Temario

El impacto del tráfico de vida silvestre

Según datos proporcionados por el Instituto Jane Goodall, la Fundación Temaikèn y el programa WCS Argentina, ocho de cada diez animales traficados en el país son especies autóctonas, y solo uno de cada diez logra sobrevivir a las condiciones impuestas por los cazadores. Peces, aves, mamíferos, reptiles y anfibios son parte de este comercio ilegal.

La Fundación Temaikèn señala que aves como el tucán, el papagayo y el cardenal amarillo, así como los monos, lagartos y tortugas, encabezan la lista de especies más traficadas en Argentina. Estos animales son sacados del país para ser vendidos como mascotas de lujo o para ser parte de colecciones exclusivas.

Las consecuencias de este comercio ilegal no solo afectan a la biodiversidad, sino que también generan riesgos para la salud pública. El tráfico de fauna protegida está asociado con la aparición y propagación de enfermedades zoonóticas. Es por esto que organizaciones como la Alianza contra el Tráfico Ilegal de Fauna Silvestre (AZA-WTA) y el Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW) lideran una campaña mundial para generar conciencia sobre este problema.

El rol de las organizaciones

En Argentina, más de 135 especies silvestres se ven afectadas por el tráfico de fauna, y al menos 20 de ellas están en peligro de extinción. Ante esta situación, el Instituto Jane Goodall, la Fundación Temaikèn y el programa WCS Argentina se unen en la campaña #NoSoyMascota para generar conciencia en la población.

Paula González Ciccia, directora de Conservación y Educación de la Fundación Temaikèn, destaca la importancia de trabajar con la comunidad en la educación y sensibilización sobre este tema. Es fundamental que las personas comprendan los riesgos que implica el comercio ilegal de animales silvestres, tanto para su salud como para la de los animales y el ambiente en el que vivimos.

Por otro lado, el Instituto Jane Goodall utiliza una estrategia triangular para abordar este problema. Esta estrategia incluye el rescate de animales y su bienestar en santuarios, el empoderamiento de políticas y aplicación de la ley, y la educación humanitaria.

El trabajo de rescate y rehabilitación

El tráfico ilegal de fauna pone en riesgo la supervivencia de muchas especies y de los individuos que son comercializados como mascotas o animales ornamentales. Cristian Gillet, responsable de Rescate y Rehabilitación de Fauna de la Fundación Temaikèn, destaca la importancia de la participación de la sociedad en la lucha contra este problema.

El comercio ilegal de fauna no sería posible sin compradores, por lo que es fundamental que las personas se abstengan de adquirir animales silvestres como mascotas. Estos animales requieren una nutrición y un ambiente específico, y su extracción de la naturaleza en condiciones precarias pone en riesgo su salud y la de las personas que tienen contacto con ellos.

Los centros de rescate, como el Centro de Recuperación de Especies Temaikèn (CRET), juegan un papel crucial en la rehabilitación de los animales decomisados. Sin embargo, la cantidad de animales decomisados supera la capacidad de estos centros para albergarlos adecuadamente. Solo el 50% de los animales rescatados pueden ser reintroducidos en la naturaleza, mientras que el resto requiere cuidados de por vida.

El decomiso de animales traficados es impactante, con imágenes de animales hacinados en bolsas, botellas o jaulas pequeñas sin ventilación. La campaña #NoSoyMascota busca brindar información de calidad y concientizar a la comunidad sobre la importancia de proteger la vida silvestre y denunciar el comercio ilegal.

Acciones para combatir el tráfico de fauna

Para contrarrestar más eficientemente el tráfico de fauna, es necesario implementar penas más duras para los delincuentes que participan en este delito. Además, se requiere un mayor apoyo de la sociedad y el Estado a las autoridades y los centros de rehabilitación, proporcionando recursos para investigar y desarticular las redes de tráfico, así como para rehabilitar y reintroducir a los animales en su hábitat natural.

La participación de cada individuo es crucial en esta lucha. Al no comprar animales silvestres como mascotas y denunciar los lugares de venta ilegal, cada persona puede contribuir a combatir este problema y proteger la biodiversidad de nuestro planeta.

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